Hoy, 21 de abril de 2025, el mundo entero llora la partida del Papa Francisco, un hombre que se erigió como líder máximo de la Iglesia Católica y que, a través de su pontificado, logró tocar no solo los corazones de los católicos, sino de miles de personas alrededor del mundo, sin importar sus creencias religiosas o espirituales.
Para mí, el Papa Francisco es más que una figura religiosa: es un símbolo de amor, humildad y humanidad. Tuve el privilegio de verlo en Panamá durante la Jornada Mundial de la Juventud 2019. Como voluntaria en ese evento tan significativo, pude ser testigo de la magnitud de su presencia. Fue impresionante ver cómo su mensaje de compasión, esperanza y fraternidad trascendió las barreras religiosas. No sólo los fieles católicos participaron, sino también aquellos que no compartían la misma fe, fueron igualmente tocados por sus palabras.
Recuerdo el testimonio de personas no creyentes que, al escuchar al Papa y vibrar entre tantos jóvenes pudieron experimentar la alegría de escucharlo. Sin duda, su mensaje de amor y misericordia tocó los corazones de todos, sin importar su contexto religioso. A pesar de las complicaciones logísticas de tener a tantas personas reunidas en una ciudad pequeña, el aire que se respiraba era distinto: alegría, camaradería y el deseo de ayudar al prójimo estaban por doquier. Cada vez que la caravana del Papa pasaba, la emoción era palpable, como si el simple hecho de verlo de cerca representara un momento de trascendencia.
Y no es para menos. Su carisma y su capacidad para conectar con las personas de todos los orígenes no tienen comparación. Pocas figuras en el mundo pueden lograr inspirar tanto a miles, incluso millones, de personas de diferentes culturas y credos.
Lo que más me impresionó fue su humildad. A pesar de ser el líder de más de mil millones de católicos, nunca perdió su sencillez ni su humanidad. Incluso siendo el sucesor de Pedro, nos pedía a nosotros: “Recen por mí”.
Su ejemplo de humildad, su capacidad para acercarse a los más necesitados y su continuo mensaje de misericordia quedarán grabados en nuestras memorias y corazones por siempre.
Papa Francisco, aunque ya no estés físicamente con nosotros, tu mensaje sigue vivo. Nos dejaste un legado que no se apaga. El amor, la misericordia y la humildad que nos enseñaste seguirán siendo la guía para miles de millones de personas en todo el mundo.
Descansa en paz, Papa Francisco. Y ahora que estás en el Cielo, por favor,
no te olvides de rezar por nosotros.
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