Hace unos días enfrascados en una
conversación de grupo, alguien comparaba situaciones de la vida de distintas
personas, y como hechos del pasado le habían dejado huellas imborrables a cada
uno de los mencionados y en la conversación terminamos hablando del perdón, su
importancia para sanar, para poder vivir o morir en paz.
Esto me llevó a pensar y buscar la
información sobre los pecados, según el dogma de las religiones y a re-leer el
artículo del Karma que publicamos en este blog hace un tiempo atrás.
Qué es pecado?
Según el sitio
catholic.net: El Pecado es toda acción u omisión voluntaria contra la
ley de Dios, que consiste en decir, hacer, pensar o desear algo contra los
mandamientos de la Ley de Dios o de la Iglesia, o faltar al cumplimiento del
propio deber y a las obligaciones particulares.
Los pecados se clasifican comúnmente de
la siguiente forma:
- Pecado original.
- Pecado venial o leve,
- Pecado mortal o grave;
- Pecado de comisión (por ejemplo, el homicidio),
- Pecado de omisión (por ejemplo, no honrar al padre y a la madre);
- Pecado capital: la soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza.
En el Budismo, se cree en el concepto del karma,
en donde el sufrimiento es la consecuencia inevitable de lo que se conoce como
los tres venenos: la ira, la ignorancia y la codicia.
En el Hinduismo, se cree en el karma negativo
que es consecuencia de violar los códigos de moral y ética.
En el Islam, los musulmanes ven el pecado como
todo lo que va en contra de las enseñanzas de Allah.
Podemos resumir que el pecado es una ofensa, es
un mal actuar, es negativo, oscuro y nos aleja de la paz.
También cabe señalar que es muy
importante el arrepentimiento y el acto de enmienda.
En una homilía, en el 2014, el Santo
Padre Papa Francisco dijo: “el pecado más grande
de hoy es que los hombres han perdido el sentido del pecado”… “Hoy nos hará
bien rezar por nosotros, para que el Señor nos dé siempre la gracia de no
perder el sentido del pecado, para que el Reino no disminuya en nosotros”.
Los dejo con esta corta reflexión, ya
que cada uno sabe que tan pesada es la carga que lleva a cuestas, o mejor
dicho, la cruz que se impone a sí mismo.
Saludos,
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