Chianti es el archi conocido vino italiano
que proviene de la región del mismo nombre, ubicada en el área central de
Toscana. Aunque su historia es relativamente reciente, su impacto
cultural en la mesa de familias italianas, europeas, y americanas es muy
importante. La primera noción registrada en la historia, del área
vinícola establecida en Chianti, data del año 1716, cuando se definió sus
confines dentro de la región conocida como "Lega del Chianti", que
más tarde se convirtió en la Provincia del Chianti.
En el siglo XIX, Barón Bettino Ricasoli
(quien más tarde fue Primer Ministro del Reino de Italia) diseñó la primera
fórmula del vino Chianti, compuesto básicamente de un 70% de la uva roja
Sangiovese, 15% de la uva roja Canaiolo, y un 15% de las variedades blancas
Malvasia y/o Trebbiano. Bettino Ricasoli no era ningún novato; su familia
venía haciendo vinos en Toscana desde el Siglo XII. Sin embargo, Ricasoli
sostenía que añadir pequeñas cantidades de la uva blanca Malvasia al Chianti resaltaría
su vivacidad, impulsaría su sabor, y lo haría más aproximable como vino joven.
Su terquedad al encasillarse en ese concepto fue el comienzo del
desastre.
En 1932, la región de Chianti fue
re-diseñada completamente al ser dividida en siete sub-regiones, que son:
Classico, Colli Aretini, Colli Fiorentini, Colline Pisane, Colli Senesi,
Montalbano, y Rùfina. Más recientemente se añadió la octaba sub-región de
Montespertoli.
Lo contradictorio de esta historia es que,
al tiempo que el vino de Chianti se popularizaba más, mayormente también era
resaltado con las uvas blancas; luego utilizando no solo la Malvasia sugerida
por Ricasoli, sino además esta versión opaca de la Trebbiano conocida como
Trebbiano Toscano (variedad que en Francia era utilizada, y aun es, como
componente neutral a ser destilado para elaborar el Cognac). Lejos de
añadir carácter al Chianti, lo convirtió en un vino sin sentido, sin gracia,
demacrado, hueco y desbalanceado. Sin embargo, hacia la época de la
Segunda Guerra Mundial, algunos Chiantis estaban compuestos por más del 30% de
Trebbiano.
El asunto empeoró por razones económicas
tras la guerra. El gobierno comenzó a otorgar a los viticultores fondos
para el desarrollo agricultural. Chianti era un vino de gran demanda, por
su bajo costo, y ante esta realidad, los productores del área emprendieron en
sembrar nuevos viñedos; estos fuera de la pequeña y elevada región de Classico.
Tradicionalmente, Chianti ha sido la zona específicamente delimitada
entre Florencia y Sienna. Sin embargo, estos nuevos viñedos se han
esparcido por toda Toscana. Peor aun, los viveros en los que los
productores confiaban para obtener nuevos plantones de vid, al verse tan
presionados por la demanda, comenzaron a proporcionar un tipo de Sangiovese
diferente. Era un clon llamado Sangiovese di Romagna, traido de la vecina
región de Emilia-Romagna, que era menos apto para desempeñarse bien en el
terruño de Toscana. La calidad de Chianti eventualmente colapsó, debido a
todos estos factores juntos: sobreproducción, viñedos ubicados no
apropiadamente, clones inapropiados, y la dilusión al utilizar uvas blancas.
Hacia finales de la década de 1960, la supervivencia de estos vinos de
Chianti era más por el romance de su botella recubierta en la cesta de paja, que
eventualmente eran los candelabros de la época.
Esta evolución negativa del Chianti tuvo su
importancia. Dió pié al comienzo de lo que hoy conocemos como los Súper
Toscanos. Luego, los mismos innovadores productores Super Toscanos
emprendieron en la tarea de mejorar la calidad el vino Chianti. De esa
manera, en 1984, Chianti fue elevado de la categoría DOC a DOCG. Las
leyes DOCG que regulan la manera de hacer vino en Chianti fueron actualizadas.
Estas eliminaron la obligación de utilizar las uvas blancas, como parte de la
fórmula, y permitieron que las variedades Cabernet Sauvignon, Merlot, y otras,
puedan ocupar hasta un 15% del ensamblaje.
Desde entonces, los vinos de Chianti han
evolucionado franca y positivamente, dejando atrás su pobre imagen de
"vino de espagueti" Hoy en
día, Chianti es el origen de los vinos más icónicos y reconocibles de
Italia. Son vinos de clase mundial. Se han alejado de su imagen tracidional de la
botella chata y cubierta por la cesta de paja (llamada fiaschi o fiasco). Hoy en
día la mayoría de los productores en Chianti utilizan la botella estilo
Bordeaux para indicar que son vinos de calidad superior. La ley actual requiere que estos vinos
contengan un mínimo del 70% de la uva Sangiovese (80% en los vinos más
prestigiosos, denominados Chianti
Superiore). La ley permite el uso de
los varietales autóctonos Canaiolo y Colorino, asi como los clásicos Cabernet
Sauvignon y Merlot, en cantidades muy limitadas. En 2006, la legislación prohibió el uso de
las variedades blancas Trebbiano y Malvasia, excepto en Chianti Colli Senesi,
hasta la cosecha de 2015.
La Región vinícola de Chianti hoy en día
abarca las provincias de Prato, Florencia, Arezzo, Pistoia, Pisa, y Siena. Sus viñedos producen más vino que cualquier
otra zona italiana; unos 26 millones de galones (750,000 hL) al año. El área considerada como superior, por
supuesto, es la de Chianti Classico, que obtuvo su propio estatus de DOCG por
separado en 1996.
Estos vinos se caracterizan típicamente por
sus notas a cerezas rojas y negras, acompañadas con sensacionas herbáceas y
metálicas, apoyadas en una acidez prominente y taninos suaves. Deben ser añejados por un mínimo de cuatro
meses; 7 meses en el caso de la designación de Superiore. Los Riserva deben
ser añejados por al menos 38 meses.
En
mi opinión muy personal, los vinos de Chianti son y serán inmortales; aunque no
trascendentales en sus características, sí poseen gran espíritu de familia, de
franqueza, de terruño, de frescor, y son la compañía perfecta para los platos italianos más
típicos. Salud!