martes, 31 de mayo de 2011

SERIES – Sr. Vino - El Corcho





El corcho es parte significativa de la cultura del vino. En el mundo tecnológicamente super avanzado en que vivimos, tapar el vino con un trozo de corteza de árbol debe parecer irremediablemente arcaico. Y definitivamente que el corcho tiene sus detractores. Aun así, el inconfundible “pop” que se produce al descorchar un vino, y que ha sido un sonido familiar por siglos, probablemente se continúe escuchando por muchas décadas más.


El corcho proviene de la corteza del alcornoque, un árbol familia del roble que es nativo de tierras rocosas y áridas del Sur de Portugal y España. Tambien son productores Cerdeña, Algeria, Túnes y Marruecos. Sin embargo, la mayoría de los corchos utilizados en América provienen de árboles portugueses.



La estructura molecular del corcho es asombrosa. Una pulgada cúbica de corcho contiene aproximadamente 200 millones de células de catorce lados y llenas de aire. La gravedad específica del corcho es 0.25, por lo que es cuatro veces más liviano que el agua. Sin embargo, es altamente elástico, y capaz de regresar a su forma original tras soportar 14,000 libras por pulgada cúbica de presión. El corcho es impermeable al aire, y casi impermeable al agua; es dificil de quemar, es resistente a los cambios de temperatura y a la vibración, no se pudre, y tiene la habilidad de moldearse al recipiente en que se utilice, como es el caso del cuello de la botella de vino.


Háganse una idea del valor real de un corcho al leer lo siguiente: al alcornoque se le cosecha su corteza por primera vez cuando el árbol tiene veinticinco años de edad, y de ahí en adelante, cada nueve años. Aunque la cosecha no daña el árbol permanentemente, éste necesitará dos años o más para recobrar su vitalidad. Cada árbol de alcornoque será cosechado quince veces durante su vida.



La labor de cosecha es trabajo muy arduo. Los trabajadores utilizan unas cuñas especiales para pelar planchas de 4 pies de la corteza del árbol durante el calor intenso del verano, que es cuando fluye la savia, lo que hace posible separar la corteza del tronco. Una vez cosechada la corteza, ésta es dejada a la intemperie para que seque, hasta por un año. Una vez ha secado, la corteza es cocida al vapor para mejorar su elasticidad y aplanarla. Luego se deja secar nuevamente. Finalmente, la corteza es cortada en planchas más pequeñas y seleccionada acorde a la calidad. Los corchos son cortados a máquina, calificados, y lavados en una solución leve de peróxido de hidrógeno (agua oxigenada) para sanearlos.


Un tapón estandar mide entre 24 mm y 30 mm. Es una industria bonita e interesante, dado que estos árboles viven entre 150 y 250 años, de tal forma que pasan dentro de la familia de generación en generación. La actividad en Europa produce unos 2.5 millones de euros al año, y da empleo a unas 30,000 personas. Anualmente se producen más de 13 billones de corchos. Gracias a Dios por el corcho, que es parte importante de nuestra cultura del vino. Salud y armonía a todos!

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