jueves, 4 de octubre de 2012

The Rock rocks!!




Varias veces este año he tenido la intensión de ir a cenar a este suntuoso y mítico templo del buen cenar, ubicado en Palo Alto, muy cerca de la ciudadela de Boquete.  Finalmente, reservé y fui a cenar la noche del domingo 30 de Septiembre.

La experiencia en The Rock, A Food for Senses Restaurant, comienza con su ambiente sobrio, romántico y silencioso, formal y elegante.  Dentro del comedor principal se escucha sutilmente el pasar del Río Caldera.  Ofrece dos ambientes:  una terraza en la parte de atrás, que da hacia el río, y el comedor principal, que posee una chimenea para los días fríos (rima y todo).


La atención es esmerada y siempre alerta.  En todo momento me sentí complacientemente atendido.  Cada espacio en el amplio comedor es acogedor y cómodo.  El mesero te ofrece el menú a la carta, la lista de vinos y la del bar de licores, aperitivos, cordiales y digestivos.  En primera instancia solicité una botella de 2010 Marqués de Casa Concha Cabernet Sauvignon.  Una vez tomada la orden, no tarda en llegar el pan de la casa, que es en sí fantástico.  Viene calientito, suavecito y recién hecho, servido junto a una botella mediana de fino aceite de oliva.  El mesero te ofrece además, si deseas, una porción de vinagre balsámico.



Pan de la casa


La lista de vinos es apropiada y bien surtida.  El menú ofrece unas once opciones de entradas.  Luego una sección de emparedados y sopas, que consiste de otras ocho o nueve opciones.  Siguen las especialedades de la casa, que ofrece unas quince opciones.  Finalmente una selección de cinco atractivos postres.



Almejas y vegetales salteados en sauvignon blanc

De entrada, opté por las almejas y vegetales del huerto salteadas en sauvignon blanc.   El plato consistía de almejas en su concha, servidas en un caldo de vegetales y adornada finamente con zanahorias, habichuelas, cebollas y espárragos verdes, todo cortado en julianas bien finas.  El caldo vegetal armonizaba deliciosamente bien con los bivalvos, y de hecho, el maridaje con el Cabernet Sauvignon no estaba nada mal, si recuerdan que ciertos aspectos de esta cepa una vez vinificada consiste casualmente de razgos vegetales.  Al final de la experiencia, en el plato permaneció una buena porción del caldo, el cual era fácilmente accesable con la cuchara sopera que venía en la presentación, pero decidí sumergir el delicioso pan de la casa dos veces, y me conformé.



Filete de res coronado con setas silvestres

Para main course elegí el medallón de filete de res coronado con setas silvestres.  La presentación era formidable y muy apetitosa, compuesta de un generoso corte mignon de filete, con un corte mariposa por el medio para dar cabida a las suculentas setas preparadas en salsa cremosa.  El plato iba muy bella y ricamente adornado con dos trozos de tocino perfectamente crugiente, y un espárrago verde.  Todo esto iba colocado sobre una cama de puré de papas.  Alrededor de esta creación, el chef adornó dibujando un círculo de pesto de perejil y otro de tocino desmenuzado.  El corte de carne estaba cocido con precisión impecable a mi usual preferencia de tres cuartos.  Debo decir que este plato lo disfruté muy lentamente, bocado a bocado, y con el buen maridaje del vino cabernet.



Dúo de Créme Brûlée

Después de esto quedé tan lleno que decidí tomar una pausa como de una hora, antes de ordenar el postre.  Esa hora hubiera sido formidable para la buena conversación, excepto que yo fui a cenar sólo, esa noche.  De postre pedí el Dúo de Créme Brûlée, tradicional y fusionado con café.  Junto con esto pedí una copa de vino Porto Sandeman.  En efecto la experiencia del postre fue, como reza el lema filosófico de este lugar ¡sensacional! ¡Food for senses! ¡Alimento para los sentidos!  La pareja de Crémes armonizaban entre sí como un bello dúo musical.  Probaba de uno y del otro con mi cucharita, y luego introducía en mi paladar un poco del Cabernet Sauvignon que había conservado en mi copa para el final, y para el éxtasis degustativo, pequeñísimas y seductoras cuotas del voluptuoso porto. 



En total, pienso que pasé unas tres horas y media en este teatro del arte culinario; pero ¿qué mejor manera de invertir el tiempo en Boquete un domingo en la noche?  Mi cuenta vino por B/. 72.75.  Tiempo y dinero bien invertido.  Pero al cerrar esta reseña, deseo felicitar muy sinceramente a quienes idearon y hacen posible la oferta de The Rock.  Es un bello bistro que ofrece deleite a los sentidos gustativos y apreciativos, y engrandece de manera valiosa y atractiva a nuestro ya hermoso pueblo de Boquete.





1 comentario:

  1. me encanta, mi paladar ya lo puede sentir! Agendado para la próxima visita a Boquete!!!

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