jueves, 2 de agosto de 2012

Una Cata Excepcional



La vida es tan curiosa.  Este año he asistido a tantas catas de vino como semanas tiene el año, y a veces pareciera que hay una en la cartelera cultural de cada día.  Curioso también es que todas son diferentes; algunas muy rigurosas, otras son instructivas.  Me han invitado a varias de las catas privadas en el Casco Viejo, que son más bien una verbena entre personas muy selectas.  También estan los #Tweetvinos y aquellas organizadas por los distintos comercios locales.

Recientemente fui invitado a participar de una cata privada.  No conocía hasta ahora a la pareja anfitriona, salvo a través de las redes sociales.  Al comienzo, al recibir la invitación, no sabía con precisión qué esperar, pero muy pronto se fue levantando el velo que encubría el perfil de los vinos a ser degustados, mas no el que reservaba la identidad de los demás invitados.  Prontamente reconocí que se trataba de una cata de vinos excepcionales; de muy, muy alto relieve.  Para beneficio de ustedes los lectores se me permitió publicar esta reseña, pero se me pidió conservar el privilegio de la privacidad de los comensales.


La noche del 30 de Julio nos dimos cita seis parejas en el restaurante La Chesa.  Sin dilación alguna, nuestro anfitrión comenzó a "romper el hielo", sirviendo un estilo de Moët & Chandon Demi-sec llamado Ice Impérial.  Se sirvieron al menos dos botellas de esta cordial Champaña, que se estila servir con hielo.  Con cada vino, al menos un plato, y la Champaña no fue excepción.  Había en la mesa en todo momento además, una bandeja pequeña con cubitos de queso pecorino finamente cortados.



Habia un ambiente de abundante cordialidad y armonía alrededor de la mesa, a ritmo de buena conversación y constantes sonrisas, al tiempo en que se servía ante nosotros el segundo vino; o el primer tinto.  1997 Tignanello, el famoso súper toscano del Marqués Piero Antinori, sorprendió a todos con su aroma vivaz y su briosa presencia en boca, que demostró juventud a pesar de sus 15 años de edad.  Es un vino muy bellamente perfumado, con aromas a sándalo, bayas silvestres y especias.  Luego demostró su paso largo y elegante, e interesante desempeño en el paladar, con justa proporción entre sabores a frutos rojos y oscuros y muy bien lograda armonía entre sus elementos esenciales: fruta, acidez y estructura de dulces y redondos taninos.  Interesante textura, además, con evidente mineralidad y en un cuerpo medio muy disfrutable.  Se sirvió una botella de este ejemplar, que en mi opinión merece 92 puntos.






El chef de La Chesa venía a la mesa a presentar cada una de sus exquisitas creaciones, que sin duda maridaban formidablemente con los vinos ofrecidos por nuestro anfitrión.  Acto seguido, dos copas fueron colocadas ante cada comensal, para presentar paralelamente al 2000 Gaja Sperss y al 2007 Gaja Conteisa.  Ambos vinos piamonteses muy similares en color; Conteisa presentaba mayor brillo y una tonalidad ligeramente mas clara, y el Sperss tan solo un toque más denso y oscuro en tono.  Ambos vinos con un intenso rojo rubi y muy ligero borde púrpura; dos vinos muy vistosos.  Fue formidable ver a cada invitado oler y oler más de ambas copas, ante dos vinos cuyos aromas eran seductores y fascinantemente complejos.  El Sperss se mostró un poco más expresivo en la nariz, con aromas a cerezas confitadas, regaliz, chocolate y cuero.  El Conteisa, un poco más misterioso y cerrado, con aromas florales, tal vez a lila, canela,  ciruela roja, y aromas secundarios a vainilla y cuero.  En boca ambos vinos se desempeñaron con exuberancia y plenitud de sabores y sensaciones.  El Sperss con un corte más clásico, maduro y masculino.  El Conteisa con gran volumen, voluptuosidad, y carácter femenino.  En ambos se aprecia su pedigrí privilegiado proveniente del suelo y de excelente extracción a través de sus viñas antiguas.  Sin embargo, el Sperss, tras su exuberancia, demostraba un final seco y ligeramente astringente y aterciopelado que a mi me sedujo por completo.  Realicé un sondeo entre los paladares que contemplaban atónitos estos vinos, y aproximadamente la mitad preferían ligeramente a uno, y la otra mitad favorecían al otro.  En mi opinión, Conteisa ostenta 95 pts, y Sperss 96 pts.  Incidentalmente, Robert Parker le dió 94 pts. a ese Sperss y 95 pts. a ese Conteisa.








El siguiente vino marcó la cúspide de la experiencia contemplativa y degustativa de la noche.  Generosamente se sirvieron dos botellas de 2001 Dominio de Pingus, vino considerado "de culto" y codiciado por muchos, de la Denominación de Origen Ribera del Duero, y respaldado por la experiencia y el prestigio de su enólogo Peter Sisseck.  El vino se muestra suntuoso y magnánime desde su color en la copa, de tono rojo granate de gran densidad, y proyectando reflejos de un púrpura muy profundo.  Es muy exótico y sensacional al olfato, cediendo aromas a moras negras, grosella, mina de lápiz, tinta china, y sutiles aromas terciarios a salsa de soya.  Estos aromas fueron evolucionando en la copa con el pasar del tiempo hasta ofrecer incluso sensaciones herbáceas (eneldo).  Mostró gran presencia desde su entrada al paladar, con sabores predominantes a moras y bayas oscuras.  Impresionó su redondez y ausencia total de defectos, asi como su exuberancia, su largo y elaborado paso con abundantes recursos, y todo ese desarrollo dentro de un cuerpo bastante ligero y con textura sumamente suave y sedosa.  Sus taninos son largos e impresionantemente amistosos, maduros y satinados.  Me impresionó su brillante y exótica acidez, que se sentía a ambos lados de la lengua, con sabores que me hicieron pensar en la acerola.  Luego su súper largo final; un final no solo prolongado sino también complejo, elegante, y sensacional.  Jugando un poco con el vino era apreciable también su retrogusto.  Este vino es sin duda una obra de arte, un deleite y un gran privilegio.  Obtiene de mi parte 98 pts.

2002 Oremus Tokaji Aszú - 5 Puttony


Luego de la cena se sirvieron bandejas de pequeños postres variados, y con ello dos botellas de 2002 Oremus Tokaji Aszú 5 Puttonyos, y una de 1996 Château de Rolland, Sauternes.  Todo esto representó una experiencia muy pletórica y armónica.  Es sin duda una de las mejores y más sublimes degustaciones a la que he asistido este año.  La he recibido en mi como un aporte a mi salud, armonía y cultura, asi como muestra de aprecio y amistad por parte de los anfitriones y sus amigos.  Precisamente de eso se trata el vino.



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