Puede
parecer vanal, pero la cultura del vino en el mundo es tan amplia, que existen
vinos que caen dentro de una (o más de una) de estas tres categorías, y es un
dato curioso e interesante.
Veamos.
Vinos
Icónicos:
Los vinos icónicos suelen ser los más conocidos de estos tres. Son nombres que han establecido una marca fuerte, tanto en el sentido comercial como en la mente del consumidor común. Muchos de ellos lo han logrado por haber llegado primero; mientras que otros son un símbolo representativo tras su inmensa producción, o por orgullo nacional. ¿Alguna vez han visto alguien llegar a la tienda del chinito, y pedir una "Coca Cola de fresa"? Eso sucede porque el nombre "Coca Cola" representa un ícono en la mente del consumidor, que de alguna manera reemplaza el concepto "soda" o "bebida gaseosa". Lo mismo han logrado otras marcas como Gillette, Kleenex y Q-tips. Pues también hay vinos que han logrado un fuerte punto de referencia en la psiquis del consumidor. En Panamá, por ejemplo, en las décadas de los 1960's y 1970's se consumía mucho el vino Cecchi Chianti, por ser uno de los pocos vinos que llegaban con constancia a nuestro país. Sin embargo no se le conocía tanto por su nombre, sino por su apodo "Chianti pajita", dado que la botella viene recubierta por una cestita de paja. Adolfo Giannini es otro productor grande que "iconizó" la imagen de "Chianti pajita". Y tan fuerte fue este concepto que muchas personas llegaron a pensar que Chianti es una marca. No recordarán el vino por el nombre de su productor, ni pensarán que Chianti es una región vinícola importante de la geografía italiana, ni mucho menos sabrán que esos vinos son elaborados con la uva sangiovese. Lo que se dibujará en su mente es la botella de “Chianti pajita”.
Los vinos icónicos suelen ser los más conocidos de estos tres. Son nombres que han establecido una marca fuerte, tanto en el sentido comercial como en la mente del consumidor común. Muchos de ellos lo han logrado por haber llegado primero; mientras que otros son un símbolo representativo tras su inmensa producción, o por orgullo nacional. ¿Alguna vez han visto alguien llegar a la tienda del chinito, y pedir una "Coca Cola de fresa"? Eso sucede porque el nombre "Coca Cola" representa un ícono en la mente del consumidor, que de alguna manera reemplaza el concepto "soda" o "bebida gaseosa". Lo mismo han logrado otras marcas como Gillette, Kleenex y Q-tips. Pues también hay vinos que han logrado un fuerte punto de referencia en la psiquis del consumidor. En Panamá, por ejemplo, en las décadas de los 1960's y 1970's se consumía mucho el vino Cecchi Chianti, por ser uno de los pocos vinos que llegaban con constancia a nuestro país. Sin embargo no se le conocía tanto por su nombre, sino por su apodo "Chianti pajita", dado que la botella viene recubierta por una cestita de paja. Adolfo Giannini es otro productor grande que "iconizó" la imagen de "Chianti pajita". Y tan fuerte fue este concepto que muchas personas llegaron a pensar que Chianti es una marca. No recordarán el vino por el nombre de su productor, ni pensarán que Chianti es una región vinícola importante de la geografía italiana, ni mucho menos sabrán que esos vinos son elaborados con la uva sangiovese. Lo que se dibujará en su mente es la botella de “Chianti pajita”.
Similarmente,
Concha y Toro en muchos casos es símbolo del vino chileno. Paternina, vino riojano, fue uno de los
primeros en llegar a Panamá, y por lo tanto dejó su huella en la mente del
consumidor; lo mismo el Sangre de Toro, del productor Torres.
En
casos más recientes, Little Penguin y Yellow Tail son vinos emblemáticos de la
vinicultura australiana, bajo el punto de vista del consumidor. En Califormia, Paul Masson fue una
marca fuerte de los años 1970, que se estableció embotellando garrafones de
vino estilo Chablis y estilo Burgundy.
Tan fuerte fue este concepto, que el consumidor aprendió erróneamente a
identificar ese vino blanco como un estilo llamado Chablis (o peor aún, hecho
con la uva Chablis), y al rojo, Burgundy, sin jamás saber que ambas designaciones
pertenecen única y exclusivamente a las respectivas Denominaciones de Origen
Controlado (AOC) en Francia.
Korbel
es muy buen vino espumante producido en Sonoma, California, y aun en la
actualidad, su website lleva el siguiente título: “KORBEL, California Champagne”. Ellos, junto con muchos productores de
vino espumante han logrado con éxito dibujar en la mente del consumidor, erróneamente,
que su vino espumante es una champagna.
Miles y miles de personas le llaman “Champagna” a cualquier vino
espumante, y eso equivale a otorgarle el nombre “Coca Cola” a cualquier
soda. Lo cierto es que Korbel es
un ícono que representa en gran medida a la categoría del vino espumante, y que
además ha sido la bebida de brindis en miles y miles de bodas y celebraciones.
No
todos los vinos icónicos llevan un bajo costo, o son populares en cualquier
sentido. De hecho Korbel no es
precisamente una botella barata.
Pero debo mencionar otros nombres que han ganado dignamente su galardón
de vino ícono, aunque sean menos conocidos en algunos lugares, o de precio
elevado. Estos son: Conundrum, de
California; Ernest & Julio Gallo, California; Robert Mondavi, Napa,
California; Dom Perignon, Champagne, Francia; Beringer, Napa, California;
Riunite, Emilia Romagna, Italia; Taittinger, Champagne, Francia; Two Oceans,
Sudáfrica; y muchos más.
Vinos
de culto:
El
diccionario define esta categoría como: los vinos por los cuales grupos
dedicados de entusiastas comprometidos están dispuestos a pagar grandes sumas
de dinero. En otras palabras, son:
1) los más buscados; y 2) generalmente no son baratos. Nombro algunos ejemplos bien
claros: Screaming Eagle, de
California; Penfolds Grange, de Australia; Galardi Terra di Lavoro, Italia;
Sassicaia, Italia; Mollydooker, Australia; Marquis Philips, Australia; Chateau
Montelena, Napa, California; Stags Leap, Napa, California; Château Margaux, Château
Haut Brion, Château Latour, de Bordeaux, Francia; Cristal, Champagne, Francia;
Château D’Yquem, Bordeaux, Francia; Tokaji Eszencia, Hungría; Château Petrus,
Bordeaux, Francia; Corton Charlemagne, Burgundy, Francia; Opus One, Napa,
California; Vega Sicilia, Ribera del Duero, Espana; Dominio de Pingus, Ribera
del Duero, España; Quintessa, Napa, California; Caymus, Napa, California; Gaja,
Italia; Château Lafite Rothchild, Bordeaux, Francia; muchos de los
Chateuneuf-du-pape, y muchos más.
Muchas
veces estos vinos de culto son vanamente ostentados como simbolos de
status. Otras veces son
preservados cual trofeos, o como inversión, en vez de ser consumidos. Muchas veces, de manera errada, el alto
precio es interpretado como indicador de alta calidad, y es el propio precio el
que aumenta el deseo y la lujuria por estos vinos. Pero esto es cierto también con vinos que no son tan
costosos, y al elevarle su precio, aumenta su venta y popularidad. Otro factor que influye grandemente en
obtener este raro status de culto es el alto puntaje que un vino pueda obtener
por parte de Robert Parker. Tal
puntaje alto crea la tendencia a elevar estos vinos en precio, casi como si se
tratara de la bolsa de valores, y el consumidor comienza a verlos como una
buena inversión.
Vinos
de Autor:
Esta
es mi categoría favorita. Es la más
noble y sincera. Pueden ser vinos
costosos, aveces, como puede no serlo; generalmente se manejan en el rango
medio de precios. Esta categoría
es muchas veces dominada por el pequeño productor, aunque no siempre, como es
el caso de Alexandra Marnier Lapostolle, enóloga del gran productor chileno,
Casa L’Apostolle, que sin embargo ha invertido su dedicación y empeño especial
a su luxury reserve cuvée Clos Apalta, vino que es de su autoría, diseño e
inspiración. Y de eso se trata:
estos son vinos producidos con especial cuido y tecnicidad desde el comienzo
del cultivo, luego en los 120 días (promedio) de cuelgo, en la vendimia (cosecha), y
luego en el diseño del vino con sus elementos específicos de fermentación, añejamiento
y envase. Esto significa que
muchas veces, este “autor” hace las veces tanto de productor (Vigneron) como de enólogo (Winemaker); son dos arduas y
dedicadas funciones. El producto
final conlleva un estilo muy específico, muy artesanal si se puede decir, en el
cual resalta la calidad de fruta, acompañado muchas veces de los elementos del
terruño y del clima, el nivel de estructura que su autor le haya querido
permitir desarrollar, las notas a madera que son parte de su diseño, etc. Les menciono solo algunos de mis
autores favoritos: Marc Roy, Burgundy, Francia; Kelley Fox, Oregon; Rebecca
Pittock Shouldis, Oregon; Susana Balbo, Mendoza, Argentina, William Ballentine
Jr., St. Helena, California; Michele Chiarlo, Asti, Italia; Paolo Scavino,
Piemonte, Italia; Georg Breuer, Rheingau, Alemania; y muchos, muchos más.
¡Salud
a todos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario