De nuevo, una de mis formas favoritas de
interactuar en las redes sociales sucede al enviar un mensaje, pescando a ver
quién me sugiere el tema para escribir en el blog. Me sucedió cuando escribí sobre el valor
humanidad. Esta vez me auto imputé el
hecho de que en todo el mes de Enero no escribí ni una sola vez en esta
serie. Un twittero amigo, @viiik1191 me
sugirió escribir "un artículo para reflexiones personales". Gracias Victor. Con este mensaje arribé a la
"reflexión" de que esta virtud; esta habilidad y capacidad mental
humana es tan, tan importante en estos tiempos en que, por un lado, la
violencia nos rodea a un nivel tan común
y generalizado, y por otro, dada la complejidad de la vida, sus plurales
opciones, sus tantos medios accesibles de comunicación (tan poderosos), sus
múltiples caminos nos ofrecen tantas oportunidades de triunfar o fracasar, que
reflexionar es importante y obligatorio.
La virtud reflexividad, como todas las
demás virtudes y valores, algunos la poseen y la practican y otros evidentemente
no. Igualmente, como otras virtudes y
valores, ésta es una que se apoya en la importancia y el peso de otras.
La reflexividad muchas veces es un auto
examen. Es un auto análisis y requiere
de una introspección. Esta implica una
mirada interior que va dirigida hacia los actos propios, o estados de ánimo o
de conciencia. La persona reflexiva
piensa y considera detenidamente un asunto antes de hablar o actuar. Se apoya en la prudencia y nunca actúa a la
ligera. Por consiguiente, se puede decir
que muchas veces la persona reflexiva es también calculadora.
El proceso de introspección es muy
importante. Hay quienes dicen que el
primer paso es precisamente tomar un paso atrás. En otras palabras, uno debe sustraerse uno
mismo del asunto por un momento para poder obtener un buen análisis y poder
apreciar y tomar en cuenta de manera justa otros elementos o puntos de
vista. Esta sustracción del uno propio
también separa el enfoque emocional del intelectual. Dicho de otra forma, es ver las cosas fríamente. Mientras que la reflexividad se apoya en la
prudencia, la introspección necesita de la humildad. Como sucede en el ejercicio de otras virtudes
que también se apoyan en otras, esta secuencia establece un orden lógico que se
puede obtener mediante, o que denota salud mental.
La antítesis y los valores opuestos a
esta virtud son: la imprudencia, la impulsividad, la irreflexión; y las
consecuencias son: el error, la vergüenza y la desestima. La persona impulsiva e irreflexiva puede
estar padeciendo de ciertos tipos de neurosis o desordenes neuróticos, ya sea
temporal o permanente. El stress muchas
veces puede llevar a estos estados mentales.
Lo importante es saber las consecuencias que vienen tras estos
antivalores. La irreflexión muchas veces
puede conducir a la violencia. Las
personas impulsivas, irreflexivas e imprudentes no deben ocupar puestos
gerenciales altos ni puestos representativos.
La reflexividad conduce a luego poder rendir cuentas claras sobre lo
actuado, sin mayor dificultad. La
irreflexividad conduce a luego tener que justificar lo actuado de alguna manera
o con el uso de pretextos ilógicos.
Desorden obsesivo-compulsivo, ansiedad
neurótica, histeria, comportamiento irracional, parcializado e injusto; estos
son males asociados con la ausencia de reflexividad. Ecuanimidad y buen juicio son resultados
positivos que se logran con el ejercicio de esta importante virtud.
El proceso reflexivo y el introspectivo
requieren de elementos de juicio. Estos
se obtienen mediante la observación y la audición. Hay que saber observar y escuchar para poder
lograr reflexionar y ser reflexivo. Esto
significa observar y escuchar en silencio mental, osea, sin establecer en la
mente juicios previamente concebidos o simultáneos. La reflexividad te ayuda a hacer uso
eficiente de las ventajas y desventajas reales ante cualquier situación. En otras palabras, la víctima de las acciones
del ausente de reflexividad muchas veces suele la persona misma.
La reflexividad también tiene un factor
contagioso, dado que transmite tranquilidad y serenidad. La opinión de la persona reflexiva suele ser
valorada y tomada en cuenta por los demás.
El reflexivo común siempre aprende de sus propios errores. El reflexivo superior aprende de sus propios
errores y de los errores ajenos. La
persona reflexiva es capaz de verse a si mismo desde fuera, conocer su imagen
real y auto conocerse muy bien.
No siempre los estímulos negativos
deben ser los que conduzcan a la reflexión.
Elementos positivos, como la buena lectura o incluso una película de
cine, una obra de teatro, la música, la pintura o la fotografía pueden conducir
a la práctica habitual de esta virtud. Es
divertido y sano ser reflexivo sobre las cosas básicas de la vida, como también
lo es el trazar planes a corto, mediano y largo plazo. También se practica la reflexión al hacer la
revisión de vida, la meditación, y el análisis de la conducta propia. Debo mencionar, además, como elemento
interesante, que muchos psicólogos consideran que el proceso mental reflexivo
es similar al proceso creativo. Lo
cierto es que debe ser un proceso puramente honesto y sano.
"Aprender sin reflexionar es
malgastar la energía" - Confucio
"El tiempo de la reflexión es una
economía de tiempo" - Publio Siro
"La práctica debería ser producto
de la reflexión, no al contrario"
- Hermann Hesse
"La reflexión es el ojo del alma" - Benigne Bossuet
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