sábado, 19 de noviembre de 2011

SERIES - Virtudes y Valores - Humanidad



Es fascinante ver el rol que juegan las redes sociales en el mundo y en la vida como es hoy en día, tan rápidamente cambiante, y en donde tantas fuerzas positivas y negativas colisionan diariamente.  Ayer viernes le pedí a una follower en Twitter que me diera una idea para desarrollar en este blog, y (@deikani) contestó: "con desigualdad no hay humanidad..."

Asi como hay virtudes que son poco comunes, hay otras que deben ser muy inherentes e indispensables a nuestra condición como seres humanos.  Humanismo es una de las capacidades que nos diferencian de los animales.  El ser humano es el elemento más complejo de toda la creación, y por lo tanto también lo es la definición de Humanismo.  Comencemos por lo más básico: el sentimiento de humanidad está compuesto por sensibilidad, compasión, y bondad hacia los semejantes.  Eso es lo que significa tener humanidad, o ser una persona humana.

De ese concepto básico se deriba que las Humanidades (como ciencia) son todas aquellas disciplinas que estudian el comportamiento, la condición y el desempeño del ser humano, por oposición a las Ciencias Naturales que basan su estudio en el análisis de la naturaleza y de los fenómenos relacionados con ella.  A las Humanidades también se le conocen como Ciencias Sociales, y se enfocan en los elementos vinculados a la cultura, a la religión, al arte, a la comunicación, y a la historia.

Basado en todo esto, observamos que aquellas sociedades que tienen más acceso a estas Humanidades (cultura, religión, arte, comunicación, e historia... incluso folclore) son también más humanas (o humanizadas), mientras que los países cuya sociedad tienen menos acceso a estos elementos, son más violentas y deshumanizadas.  Hay además un factor socio-económico muy importante en todo este asunto, en el fenómeno de la desigualdad.  Y ¿Por qué?

Instintivamente, el ser humano tiene que satisfacer una serie de necesidades básicas antes de tener acceso e interés por estos factores sociales y humanos.  Entre ellos: alimentación, vestido y calzado, educación básica, albergue, protección, etc.  Sin estos elementos básicos, el ser humano no puede funcionar socialmente de manera normal, y tiende a deshumanizarse, y lo que se desarrolla es un elevado sentido de lucha y supervivencia.  El individuo que carezca de oportunidades y de acceso a estas condiciones básicas, generalmente es víctima de la desigualdad.  Pero este es un extremo del deshumanismo; ahora veamos el otro extremo.



Se observa en el mundo actual una gran polarización en lo que tiene que ver con la distribución de riquezas y de oportunidades.  Esta polarización es cada vez más marcada, y por ende se ven los resultados tan horrendos, en forma de violencia, a menor y mayor escala.  Como agravante, la población mundial ha crecido y sigue creciendo exponencialmente, y esto hace que la fuerza y el volumen de las clases marginadas sea tan colosal como inimaginable y a la postre, muy peligrosa.  Los que están en el otro lado del espectro; los poseedores de las colosales e inimaginables fortunas; los acaparadores, suelen ser personas poco humanas, a pesar de su acceso a los elementos culturales.  Esto es simplemente un fenómeno psicológico, y lógicamente, igualmente peligroso.

La avaricia es una inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones.  La codicia, por su parte, es el afán excesivo de riquezas, sin necesidad de querer atesorarlas.  Esta,  a su vez, está asociada a otros ejemplos de pecados o vicios sociales, tales como la deslealtad, la traición deliberada, el soborno, la estafa, el engaño, la manipulación de la autoridad, la corrupción descarada, y hasta el robo, el asalto y el homicidio.  En casos muy extremos, la simonía.  La avaricia y la codicia alimentan decididamente al fenómeno de la desigualdad social y la mala distribución de las riquezas.

La desigualdad social se refiere a una situación socio-económica (no necesariamente vinculada a la apropiación o usurpación privada de bienes y recursos), en un contexto de competencia y lucha.  La acción de dar un trato diferente a personas entre las que existe desigualdades sociales, se llama discriminación.  Los responsables de estudiar, observar y advertir sobre la presencia y el desarrollo de estos fenómenos son los sociólogos.

Un metaestudio basado en la comparación de más de 150 artículos científicos revela que los países con mayores desigualdades  económicas tienen mayores problemas de salud mental y drogas, menores niveles de salud física y menor esperanza de vida, peores rendimientos académicos y mayores índices de embarazos juveniles no deseados.  En contraste, los países más desarrollados y más igualitarios obtienen un mejor comportamiento en una serie amplia de índices de bienestar social (entre ellos, menor violencia criminal).  Una de las más graves consecuencias de la desigualdad social es la desigualdad educativa, que a su vez es una manifestación de la desigualdad de oportunidades.  Para efectos prácticos, esto viene siendo como una condena.

Rousseau, en su obra sobre el origen de las desigualdades, utilizando lo que él llama el estado natural del hombre, formula que el hombre no nace con la desigualdad.  La pérdida de la igualdad se produce, evidentemente ante la aplicación de los factores sociales-económicos.  Estudios antropológicos y arqueológicos actuales demuestran que las sociedades paleolíticas eran bastante igualitarias, es decir que en general, las habilidades, conocimientos y otros tipos de ventajas se compartían entre los más aventajados hacia los menos, y esto propiciaba el avance y el franco crecimiento de la civilización.  Otro buen y claro ejemplo es los tres principios sobre los cuales se fundó la República Francesa, tras la revolución: Igualdad, Fraternidad y Libertad.

En conclusión, para emprender el camino hacia la civilización tenemos que practicar la humanidad.  Pero como bien lo dijo mi amiga @deikani, con desigualdad no hay humanidad (o clase humana).  Tiene que haber equidad y responsabilidad por parte de todos, como sociedad por tratar de encontrar el nivel social, económico y cultural más justo y parejo posible.  Eso garantiza la paz y el saludable funcionamiento social.  He aquí una lista de virtudes, valores y principios necesarios para alcanzar la virtud humanitaria (el humanismo) y la igualdad:  Sensibilidad, Compasión, Bondad, Conciencia, Solidaridad, Honestidad, Integridad, Hermandad, Generosidad, Respeto, Tolerancia, Espiritualidad, Humildad, Justicia, Educación, Salud, Cultura, Religión, Deportes, Transporte y Medios de Comunicación.

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