Lunes en la noche; día de la semana de poco atractivo o utilidad social, pero muy apropiado para reunirnos Concepción y yo con mi hermano José Gabriel y su señora Marta, para cenar en conmemoración al cumpleaños de Marta.
Propuestas y contra propuestas a la hora de elegir el restaurante, ante una ciudad que, hay que admitir, cada día ofrece más y más opciones y alternativas. Optamos por una propuesta nueva para los cuatro: La Forchetta, ubicado en Plaza Catedral.
Entonces a emplear mi criterio, antes de salir de casa, al elegir y portar un vino meritorio para la ocasión. Usualmente cuando vamos a cenar con rumbo desconocido, y en pluralidad de casos, opto por un vino versátil, tendiendo hacia las cepas Pinot Noir, o Gammay, o aun Sangiovese; hasta un Carmenere. Pero esa noche me fui más por lo solemne que por lo práctico o versátil. Sentí que para el honomástico de mi cuñada, en cena para dos hermanos y sus señoras, Saint-Joseph era magnífico.
Saint-Joseph es una Apelación de Origen Controlada (AOC) francesa de la parte Norte de la Región Vinícola del Ródano. Se extiende sobre un área de aproximadamente 920 hectáreas. Tal como es en la región del Norte del Ródano, en St. Joseph la variedad de uva roja permitida para utilizar en la producción de vinos es Syrah. Adicional a esta cepa, es permitido utilizar hasta un 10% de dos varietales blancos, que son Marsanne y Rousanne. Las vides de St. Joseph generalmente pasan de los 100 años de edad.
En particular, el vino que honraba deliciosamente nuestra mesa era un Domaine Yves Cuilleron “Les Serines” de 2007. Se mostró jóven, apuesto y generoso en la copa, desde su brillante color púrpura y borde sutilmente rubí. Igualmente expresivo y decidido es su bouquet, que ofrece aromas exóticos a trufa, combinados con bellas notas afrutadas a cereza e imperdibles escencias minerales a talco y pizarra. Efectivamente el terreno de Cuilleron, de base de arena y granito, conjugado con vides de raices antiguas y de calidad, imprimen una mineralidad bella al caldo, y con tal atributo, el pedigrí de este vino es importante y muy notable. De la calidad del fruto, el manejo experto del enólogo y los pagos controlados de estas formidables vides es que el vino demuestra en copa complejidad suficiente para evolucionar a lo largo de nuestra velada familiar, y en boca, un paso muy largo e impresionantemente complejo. Conversabamos en la mesa sobre la armonía y la bella composición que teníamos en la copa, entre larga estructura y hermosa pulpa y carnosidad. Ambos atributos resaltan por igual, y se conjugan para dar paso a un vino elegante, interesante y complejo, con elementos afrutados, minerales, y ligeras notas ahumadas y matices exóticos. A pesar de sus dimensiones, anoté una acidez muy discreta y controlada, y un final no muy prominente (sí interesante, pero no largo). Y es que Saint Joseph son vinos diseñados para tomar relativamente jóvenes, para entretener mientras en el Ródano Norte se esperan los pagos de sus hermanos mayores, Hermitage y Cote-Rotie.
Específicamente, Les Serines 2007 fue fermentado por dos semanas en barriles de acero inoxidable, y luego en roble usado, por 18 meses. El producto final responde claramente a la filosofía de Yves Cuilleron, dirigida a producir vinos con carácter, tipicidad, frescura y dulzura de fruta. Aunque es un vino muy seco y elegante, comentábamos en la mesa, la fruta resalta mucho, y los taninos son “dulces”. ¿Se entiende? Es un vino formidable, poseedor de elementos y manejo privilegiados, y de un pedigrí elevado que complementa nuestro importante momento familiar, y la buena comida servida por La Forchetta. El productor embotelló sólamente 20,000 ejemplares de este vino. Es una oportunidad y una experiencia que vale cada uno de los $70 que costó. Lo vende mi buen amigo Oriol Serrá. Salud!
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