¡Qué maravilla es poder adquirir en Panamá
los "Brunellos de Gaja"! La
Tienda Canavaggio, boutique especializada en la distribución de vinos de lujo y
de uso diario de mucha calidad, ofrece al mercado panameño los Brunello di Montalcino del prestigioso productor piamontés Angelo Gaja.
La magna casa
vinícola Gaja es una de las productoras más tradicionales de Piamonte, fundada
en 1859 por Giovanni Gaja, miembro de una familia de inmigrantes españoles a
Italia. Son famosos por su sublime
producción de Barbarescos y Barolos.
Bajo la brillante dirección del prominente magnate de los vinos
italianos, Angelo Gaja (bisnieto del fundador), Gaja se han diversificado hacia
la producción de vinos de Brunello di Montalcino, y por supuesto, los
"Super-Toscanos". Don Angelo
Gaja ha sido acreditado por haber desarrollado técnicas revolucionarias en
favor de la producción de vinos en Italia; de ahí, en parte, la calidad
fenomenal de todos sus vinos. Se le conoce también como "El Rey de
Barbaresco".
En 1994, Gaja adquirió
su primera propiedad en las tierras de Toscana, específicamente Pieve Santa
Restituta, en Montalcino. Esta hacienda,
de unos 40 acres de extensión, recibe su nombre tras la iglesia parroquial (en
italiano, pieve) de Santa Restituta, ubicada dentro de la propiedad de
Gaja. Gaja estrenó su producción en
Brunello di Montalcino con su añada de 2005.
De los Brunellos
de Gaja, he tenido la inmensa fortuna de haber adquirido tres, a través de la
boutique de Don Jack Canavaggio. Estos
son: el 2007 Brunello di Montalcino Pieve Santa Restituta, el 2008 Brunello di
Montalcino Pieve Santa Restituta, y el más ostentoso 2008 Pieve Santa Restituta Sugarille. Me queda por adquirir el Pieve Santa
Restituta Rennina.
En el marco de la
celebración de los 40 años de mi amada esposa, el mero 26 de Marzo, cenamos
ella y yo en el suntuoso restaurante El Bodegón. Para tan importante ocasión, el vino de
elección fue el joven 2007 Brunello di Montalcino Pieve Santa Restituta. Debo mencionar que, como regalo especial de
El Bodegón a mi esposa y a mi, recibimos la atención directa y especial del
chef a nuestra mesa, quien nos envió manjares dignos de un rey (y una reina), y
ubicados perfectamente a la altura de la hermosa producción de Gaja.
El vino, que es
100% elaborado del varietal Sangiovese, como ordena la Denominación de Origen
Controlada y Garantizada (DOCG) de Brunello di Montalcino, fue fermentado por
cuatro semanas en cubas de acero inoxidable.
Luego obtuvo su añejamiento de 12 meses en barricas de roble de 1er, 2do
y 3er uso, y 12 meses en botella.
Siguiendo las
recomendaciones de su autor, colocamos nuestro vino en un decanter ancho, a
través de las manos expertas del sommelier de El Bodegón. Ahí reposó unos 30 minutos antes de probarlo. Las notas de cata del productor describen su
color como un rojo rubí profundo que se disipa hacia un borde rosa oscuro. Yo anoté un rojo cerezo viejo de mediana
densidad y buen brillo. Consideré en mis
notas que por premura del tiempo, no pudimos decantar este jugo por un periodo
adecuado, y que por lo tanto encontramos un vino un tanto cerrado. Empero, anoté aromas a licor de cereza y
aserrín. El productor reporta aromas
expresivos con notas a cereza, frutilla silvestre, hierbas aromáticas, y bayas
de enebro. Al paladar, el productor
señala la expresión de taninos maduros, acidez integrada, estructura rica y un
final prolongado. En mis notas se hace
alarde al hermoso desempeño de este vino en el paladar, por la manera en que se
desenvuelve desde su entrada. Demuestra
complejidad increíble y mucha armonía entre sus multiples sabores. Definitivamente que su estructura es
admirable y larga, que al conjugarse con la fruta no consigue un vino
necesariamente opulento o carnoso, sino decididamente elegante, armónico,
exótico, complejo, y en constante ostentación de sus taninos maduros, sedosos y
de redondo final.
Cinco elementos muy
valiosos se manifiestan durante la muestra de este vino: 1) Su hermosa
acidez; elemento indispensable en el desempeño de todo gran vino. 2) Su carácter de varietal Sangiovese, con
elementos cobrizos, sutilmente metálicos, y conjugados con la sensación a
cereza. Esto envuelto en mineralidad única de las cuatro fincas de donde
provienen sus uvas. 3) Su imparable
evolución. Este vino evolucionó en
decanter y en la copa de manera sostenida durante las dos y media horas que
duró nuestra cena. Nos mostró tantas y
tantas diferentes caras del mismo vino.
Esto fue algo muy romántico y fascinante.
4) Su valiosa habilidad para maridar con todos los platos, todas las
salsas, y todas las sazones, incluyendo, por supuesto, los postres. y 5) Su indudable potencial para ser guardado
por al menos 12, tal vez 15 años. Este
vino, esa noche, aun era un niño en desarrollo.
De mi parte, de manera muy humilde y sincera, le otorgué 94 puntos.
Confieso no ser un
goloso de los vinos de Brunello di Montalcino (más prefiero sus grandes primos
de Piamonte), pero este vino nos brindó una experiencia colosal e inolvidable,
muy digno del 40 onomástico de mi hermosa señora, y con desempeño comparable al
de un piamontés, o al de un premier cru de Bordeaux. Creo que todos los días se aprende algo. Loor al Sr. Gaja, y a Don Jack Canavaggio. Salud a todos.
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