Proveniente del prefijo latino “per” y el verbo “donare”, su significado etimológico es pasar regalo o donación. Desde el punto de vista teológico, para los cristianos el perdón es una virtud. Bajo el Antiguo Testamento, el perdón es una virtud no obligatoria. Este hace múltiples referencias al perdón de Dios, pero no insiste en reclamar que los hombres se perdonen entre sí; se lo considera no como un imperativo moral sino como algo loable pero realmente no exigible. Pero bajo el Nuevo Testamento, el perdón es un imperativo moral, y deja de ser una virtud potestativa, pues el perdón a quienes nos ofenden y nos odian es uno de los mayores ejemplos de amor al prójimo; así como en el Antiguo Testamento escasean las referencias al perdón entre los hombres, éstas abundan en el Nuevo Testamento, que recomienda poner la otra mejilla y amar a nuestros enemigos
Jesús recomendó perdonar "setenta veces siete" (Mateo 18:22), es decir, no cansarse de perdonar.
La Parábola del hijo pródigo enseña las diferencias del perdón entre los seres humanos y su analogía con Dios como perdonador, para quienes buscan de su perdón.
Mateo 6:12-14 nos dice: Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a nuestros ofensores. Y no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal... Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre celestial también os perdonará a vosotros.
Queda claro, entonces, que el perdón es una virtud divina. Ahora veamos qué dice la psicología al respecto. Perdonar es el primer paso hacia la sanación ante un trauma que se padece tras un agravio, agresión o herida, ya sea psicológica o física, causada por otra persona de manera culposa o dolosa. Se ve claramente entonces que hay un camino hacia la sanidad mental y emocional a través del perdón, dado que todo perdón comienza con el autoperdón; se ejercita la humildad, dado que se deja de lado el orgullo que actua como barrera que impide alcanzar el perdón; se es humanitario y de esta manera se renuncia al derecho a juzgar; Se elimina el enojo, y esta proporciona paz y tranquilidad; se trasladan los pensamientos desde el sitio pasado al momento presente. Perdonar a alguien significa liberar todos los resentimientos y malentendidos que has guardado en el pasado y vivir el presente. Estudios han demostrado que las personas que olvidan, tienen mayor energía, mejor apetito y patrones de sueño saludables. Por otro lado, al confesar las faltas y ofrecer un propósito de enmienda, se acepta de manera consciente, real (en apego a la realidad) y en salud mental, que se ha obrado errada o incorrectamente, y que uno orienta sus planteamientos propios hacia no desear volver a cometer la misma falta. En este proceso se ejercita mucho, no solo la conciencia sino también la parte sentimental humana. Es un proceso que involucra amor y compasión, en ambas direcciones.
Según el Salmo 147:3, "La sanación interior total solo puede ocurrir, cuando perdonamos a aquellos que nos han herido, cuando le entregamos por completo al Señor nuestras heridas del pasado. Sea cual sea la experiencia que has tenido, las heridas que hayas sufrido, Jesús quiere curarlas y sanar tu corazón roto. Quiere llenar el vacío que hay en tu vida con Su amor. Quiere liberarte de todo cautiverio para que puedas sentirte realizado”
En conclusión, el perdón es un gran ejercicio humano, psicológico, espiritual y emocional. Al ser uno de los regalos más significativos que se puede otorgar al prójimo, es en el plano espiritual y religioso que el perdón se convierte en una virtud para nosotros los creyentes, dado que es una de las formas más bellas y directas de agradar a Dios (perdonándonos los unos a los otros). Entonces, tanto en el plano espiritual como en el psicológico, el perdón es un valor. En el espiritual es un valor ante la esperanza de recibir algún día las recompensas, incluso en vida, que el Señor nos tenga reservadas por haber practicado el perdón sincero y verdadero. En el psicológico es un valor tras la liberación de la carga moral del resentimiento y la atadura al pasado, dándonos entonces una buena dosis de felicidad y salud mental.
“El perdón, ciertamente, no surge en el hombre de manera espontánea y natural. Perdonar sinceramente en ocasiones puede resultar heroico. Aquellos que se han quedado sin nada por haber sido despojados de sus propiedades, los prófugos y cuantos han soportado el ultraje de la violencia, no pueden dejar de sentir la tentación del odio y de la venganza. La experiencia liberadora del perdón, aunque llena de dificultades, puede ser vivida también por un corazón herido, gracias al poder curativo del amor, que tiene su primer origen en Dios-Amor. La inmensa alegría del perdón, ofrecido y acogido, sana heridas aparentemente incurables, restablece nuevamente las relaciones y tiene sus raíces en el inagotable amor de Dios." - Juan Pablo II
"Perdonar y pedir perdón, es dejar que actúe el Espíritu en el lugar donde existe nuestro orgullo y nuestro resentimiento." – Anónimo
"Errar es humano, perdonar es divino" – Alexander Pope
“Perdona a todos y perdónate a ti mismo; no hay liberación más grande que el perdón” – Facundo Cabral
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