Puede
no ser una virtud, comúnmente hablando, pero definitivamente sí es un valor, y
de los más contundentes e importantes. Hasta
este momento he publicado 26 artículos en las Series Virtudes y Valores, y
nunca habré sido tan taxativo, riguroso e incisivo al escribir, como lo haré ahora,
al referirme a este valor moral.
Por
definición, la ética es una rama de la filosofía que se ocupa del estudio
racional de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir. Se parece un poco al honor; sin embargo se le
conoce como la "filosofía moral".
A la ética se le atribuye la delicada función de sistematizar, defender
y recomendar reglas de conducta que se apoyan en el concepto que define lo
correcto y lo incorrecto. He aquí la
utilización de otra virtud: el discernimiento.
Más allá, la ética establece límites que separan los derechos
particulares de los comunes, y por lo tanto elimina el llamado "conflicto
de intereses". De ahí nace el
concepto que establece que "los derechos de uno terminan donde comienzan
los de los demás." Son leyes
básicas pero importantísimas, que propician la convivencia social pacífica,
moral, justa y segura. Desarrollado en
grados más sublimes, tiene que ver con el honor y la honestidad.
Sin
embargo, a niveles más básicos y primitivos, la ética regula la conducta
individual sobre asuntos muy fundamentales, incluso a nivel de la familia. Además, la ética tiene mucha responsabilidad
sobre la conducta global dentro de la vida en sociedad. Luego la ética aplicada, o ética profesional,
regula las actividades que se realizan en el marco de una profesión.
La
aplicación de las normas éticas dentro del funcionamiento del hombre en la
sociedad son fundamentales e importantísimas.
Uno como individuo no puede más que desear que ese legado se perpetúe
hacia el presente que le tocará a nuestros hijos vivir en el futuro. Imaginen por un instante un mundo sin ética,
y sentirán pavor.
Las
normas éticas rigen el manejo de todo tipo de correspondencia, ya sea el correo
tradicional, el correo electrónico, o las llamadas telefónicas, a fin de
proteger su privacidad. También aplican
en toda transacción bancaria, en sus contraseñas y secretos personales.
La
Junta de Control de Juegos impone el cumplimiento de normas éticas en los
casinos, en la lotería, y hasta en las rifas, de tal manera que los colaboradores
relacionados a estas actividades no puedan reclamar ganancia.
Cuando
uno visita al psicólogo o al psiquiatra, una serie de reglas éticas se
encuentran presente en todo momento, dada la naturaleza de los tratamientos y
las terapias y consejos que ahí se van a administrar, y la vulnerabilidad
especial del paciente. La relación (del
personal) médico - paciente varía segun el tipo de disciplina o práctica médica
que se ejercita. La relación que se da
entre el paciente y el profesional de la salud mental o terapia psicológica es
algo muy único, delicado y especial. En
esos casos, la ética priva al máximo.
Cada vez que la mujer va al ginecólogo, la paciente descansa sobre el
juramento hipocrático, que es también un código de ética al cual todo médico se
adhiere y rinde juramento solemne. Hasta
en procedimientos médicos simples (pero fundamentales), como la asepsia, está
presente la ética y el honor.
Uno
espera un comportamiento ético por parte de los policías, y por supuesto, los
jueces y todo personal que tiene que ver con la administración de justicia,
incluyendo los abogados. Algunas de
estas profesiones en las que la ética es primordial, están protegidas y
organizadas en torno a un cuerpo colegiado, y éste vela por la conducta ética
de sus agremiados, a través de un tribunal de honor y disciplina. Tal es el caso de las enfermeras, los
médicos, los contadores, los periodistas, los abogados, y los ingenieros y
arquitectos.
El
asunto se torna aun más delicado cuando nos referimos a la aplicación solemne y
efectiva de normas éticas en el ejercicio de cargos públicos, y de mando y
jurisdicción. En Panamá, gobierno tras
gobierno parece demostrar que el comportamiento ético que se espera de las
autoridades se va perdiendo cada vez más.
Y la pregunta es: ¿Quién fiscaliza y protege el cumplimiento de la ética
sagrada por parte del Presidente de la República para abajo? La Asamblea de Diputados y la Corte Suprema
de Justicia evidentemente no lo hace, toda vez que estos dos órganos del Estado
se vean controlados por el Organo Ejecutivo del gobierno. El compromiso viciado de estos dos órganos
del Estado es parte de la anulación de la ética consagrada en la Constitución
Nacional, y por lo tanto es debilitamiento de la sociedad panameña y
consecuente desmejoramiento y dilución de la calidad de vida en ese país.
En
Panamá, la Sociedad Civil, a través de sus organizaciones cívicas y ciudadanas
tampoco está logrando ejercer esa función protectora de la ética obligada y
establecida ante los funcionarios públicos de alto rango. Finalmente, el sentido patriótico, la visión
a futuro, o la pena pública tampoco parecen surtir efecto ante la falta de todo
escrúpulo ético por parte de los gobiernos.
Algunos
ejemplos de antivalores que atentan contra la ética son: el nepotismo, el
tráfico de influencias, el soborno, el negociado con intereses personales
involucrados, el delito de estafa, el delito de hurto, la publicidad engañosa,
la manipulación sexual, la discriminación, el abuso, derroche y despilfarro de
los bienes y capitales pertenecientes al Estado, etc. Nombrar a jueces y magistrados de la Corte
Suprema tras haber obtenido favores sexuales o comerciales o de cualquier ídole
personal, o con el objetivo de obtener favores (protección) júridicos indebidos
al finalizar el mandato presidencial es una falta colosal a la ética. Es inaceptable y muy reprochable. Insisto: que el Presidente de la República
haga uso de las facultades que el Estado y la ley le otorgan para nombrar a sus
allegados en posiciones que sostienen y garantizan la estructura democrática,
tales como la Contraloría General de la Nación, la Corte Suprema de Justicia, y
el Tribunal Electoral, es una falla ética de proporciones y consecuencias
incalculables, y es severamente peligroso para el bien y el futuro de todos los
asociados.
Imponer
multas por infracciones públicas, tales como el conducir a velocidad en exceso
de la establecida por la ley, es una función inherente al gobierno de
Estado. Traspasar esa función a una
compañía privada, con la finalidad de lucrar, y que además entre los
dignatarios de esa compañía aparezca el hijo del Presidente, o un socio o
allegado directo del hijo del Presidente es una aberración legal y moral que
debiera ser sensurada y castigada.
Alejar
el orden público y particular del fundamento ético es tan peligroso y
destructivo que equivale a deshumanizar.
Crear leyes que favorezcan a uno de los dos géneros por encima del otro
(o que menoscabe la igualdad de derechos entre ambos géneros) (ejemplo el
Código de la Familia y el Menor con claras ventajas feministas ante la ley)
equivale a fomentar más la violencia entre los géneros humanos, y constituye
una peligrosa falta a la ética humana.
Crear o fomentar leyes que favorezcan el aborto o la unión legal entre
personas del mismo sexo (gays) es un atentado contundente y certero contra la
ética humana. Desestimar los derechos de
los animales, del planeta y del medio ambiente es antiético. Soltar al medio ambiente desechos tóxicos y
peligrosos, tales como el aceite de motor y las baterías es antiético. No botar la basura en su lugar, escupir en la
calle, o ser parte de cualquier conducta que genere gérmenes, víruses y
bacterias en el medio en que vivimos y compartimos son conductas antiéticas. Contaminar el ambiente con ruido es
antiético.
Disminuir
la ética en cualquiera de las formas aquí mencionadas es deshumanizar y atentar
contra el orden social y humano que nos permite convivir en sociedad con
garantías establecidas de paz, bienestar y oportunidades. Actuar a lo largo de esta vida con apego a la
ética y al honor es luchar de manera limpia y con respeto a las reglas del
juego, y es fomentar la paz y la humanidad hacia uno mismo, los hijos de uno, y
los hijos de los hijos de uno. ¡Etica es
garantía!
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